Europa ante el abismo: entre la irrelevancia y la oportunidad

El Viejo Continente se enfrenta a una realidad ineludible: la irrelevancia y el estancamiento ya no son amenazas lejanas, sino desafíos inmediatos y palpables. La célebre máxima africana —“cuando dos elefantes luchan, la hierba es la que sufre”— resuena hoy con fuerza en los pasillos del poder europeo. Durante décadas, Europa se percibió como jardinero del orden global; hoy, esa ilusión se desvanece ante la pugna feroz entre Estados Unidos y China, que relega al continente al papel de espectador vulnerable.

Este diagnóstico fue el eje del debate en el Vigo Global Summit 2025, donde cuatro destacados expertos analizaron la crisis de un sistema internacional en plena mutación. Lejos de la retórica diplomática, la conversación abordó la fragmentación europea, la vulnerabilidad estadounidense y las ambiciones —no exentas de debilidades— de China. El consenso es claro: Europa ya no puede permitirse el lujo de la pasividad.

Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico en Natixis, desmonta la idea de que asistimos a un nuevo paradigma. “No es un capitalismo innovador, es el viejo capitalismo de Estado, perfeccionado”, afirma sobre el modelo chino. La lucha actual no es de civilizaciones, sino de poder, con las mismas herramientas de siempre: control estatal, proyección de fuerza y economía al servicio de la geopolítica. En este tablero, la ingenuidad europea se paga con la marginación.

Ángel Talavera, jefe de economía para Europa en Oxford Economics, advierte: “El riesgo de Europa es ser la hierba entre Estados Unidos y China”. Su análisis va más allá de la metáfora: Europa, forjada en el consenso y la negociación, carece de la cultura de confrontación que hoy domina el mundo. Mientras Washington y Pekín actúan con lógica de suma cero, Bruselas se enreda en intereses nacionales y una burocracia que paraliza cualquier respuesta estratégica. La célebre broma de Kissinger sobre a quién llamar en Europa nunca fue tan pertinente.

García-Herrero añade urgencia: la inacción europea no solo es una receta para el declive, sino una renuncia a su papel histórico. “Europa tiene la responsabilidad de crear un mundo multipolar”, sostiene. Solo una Europa unida puede evitar el dominio exclusivo de dos superpotencias. La pasividad, advierte, es una elección que consolida el duopolio global.

Desde Estados Unidos, María Lorca-Susino, profesora en la Universidad de Miami, recuerda que el poder no se cede: “Tienes que pelearlo, nadie te va a hacer espacio”. La relevancia no es un derecho adquirido, sino una conquista diaria. Europa, dice, debe aprender a incomodar y a luchar por su lugar, como hacen sus rivales.

Sin embargo, los expertos rechazan la visión de dos colosos invulnerables y una Europa condenada. Tanto Estados Unidos como China muestran grietas profundas. Lorca-Susino describe la desindustrialización y la crisis social estadounidense, con millones fuera del mercado laboral y un aumento de las “muertes por desesperación”. China, según García-Herrero, enfrenta una desconexión entre el optimismo oficial y la incertidumbre social, marcada por el desempleo juvenil y la crisis inmobiliaria.

Brian Wong, profesor en la Universidad de Hong Kong, cita a Gramsci: “El viejo mundo agoniza, uno nuevo lucha por nacer, y ahora vivimos en un tiempo de monstruos”. Para él, el mayor peligro para Europa es su propia parálisis y complacencia.

¿Qué puede hacer Europa? Wong propone una estrategia dual: “armar” sus fortalezas —mercado único, liderazgo tecnológico, poder regulatorio— y diversificar alianzas más allá de Washington y Pekín, acercándose a potencias emergentes como India, ASEAN o Brasil. Europa, insiste, subestima su propio potencial.

Lorca-Susino aboga por superar la lógica de suma cero y construir un sistema internacional más cooperativo, aunque reconoce que el contexto actual favorece el proteccionismo y el nacionalismo económico.

García-Herrero, por su parte, llama a abandonar la autocomplacencia y avanzar hacia una verdadera unión política: “Tenemos que crear un Estado federal europeo. Es la única manera”. El primer paso, insiste, es un acto de honestidad: reconocer la gravedad de la situación y reaccionar.

El expresidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, coincide en el diagnóstico: Europa es aún un “adolescente geopolítico”, excesivamente dependiente de la seguridad estadounidense. Advierte de una “crisis en cámara lenta” y de la brecha tecnológica con Estados Unidos y China, especialmente en inteligencia artificial. Barroso urge a una integración real de los mercados y a ganar escala para competir de igual a igual: “En Europa todos los países son pequeños, el problema es que algunos no lo saben”.

El mensaje es inequívoco: la era de la comodidad ha terminado. Europa debe decidir si se une y lucha por su espacio en el mundo, o si acepta ser relegada por la historia. La irrelevancia no es un destino inevitable, pero evitarla exige honestidad, ambición y, sobre todo, acción colectiva.